De acuerdo con un comunicado del Museo de la Evolución Humana, un reciente estudio, basado en imágenes obtenidas mediante tomografía computarizada (TAC), ha recreado digitalmente las partes faltantes del fósil de la mandíbula de Banyoles, descubierto en una cantera en 1887. Este proceso permitió la creación de un modelo virtual tridimensional que fue comparado con otros fósiles utilizando Morfometría Geométrica.
A lo largo del tiempo, diversos investigadores han analizado la mandíbula, fechada entre 45,000 y 65,000 años atrás. Inicialmente, se le asignó a la especie neandertal, dado que se creía que Europa estaba habitada exclusivamente por ellos en ese período, a pesar de que su morfología no correspondía a la de un neandertal típico.
El estudio publicado en el Journal of Human Evolution señala que la mandíbula de Banyoles exhibe una sínfisis bastante vertical (94°), carece de incurvatio mandibulae anterior, pero presenta una débil expresión de tubérculo lateral y una posible fosa mentoniana en el lado derecho.
El análisis morfológico comparativo reveló que este fósil presenta características que podrían considerarse como expresiones primitivas del género Homo, como el bajo rango del mentón óseo, la ausencia de estructuras del mentón, la colocación relativamente anterior del agujero mentoniano debajo de la P4, la falta de espacio retromolar, un margen gonial expandido, la ausencia de un tubérculo pterigoideo medial y una mandíbula normal.
Juan Luis Arsuaga, uno de los líderes de la investigación, afirma de manera categórica que la mandíbula de Banyoles no pertenece a un neandertal, sino que, en casi toda su morfología, se asemeja a la de un humano moderno. No obstante, señala que la falta de un mentón (barbilla) no descarta la posibilidad de que tenga algún antepasado neandertal.
En consecuencia, la mandíbula de Banyoles representa un individuo europeo del Pleistoceno tardío no neandertal, destacando la continua diversidad en el registro fósil de homínidos.